La cabeza de Medusa, 1597. |
Michelángelo Merisi, nacido en el
pueblo de Caravaggio (Provincia de
Milán) en 1571 y muerto en Puerto Ercole en 1610, es el primer gran exponente
de la pintura del Barroco. Criticado e incomprendido en los siglos XVII y XVIII
por el naturalismo temprano de sus
imágenes y por los modelos, elegidos entre las gentes del pueblo, con que representa a las figuras religiosas,
fue revalorizado en el siglo XX, tanto por el valor intrínseco de sus
composiciones como por su leyenda de personaje excéntrico e irascible.
Sus pinturas concitaron, en su
momento, la atención del cardenal Borghese por la poesía y el misterio oculto
tras las sencillas escenas, que con una cierta impronta popular y realista, de alguna manera, respondían al ideal
de la Contrarreforma.
Aún así la
Iglesia mantuvo una posición ambivalente frente a su manera
tan particular de alejar la imaginería religiosa de la beatitud y el
embellecimiento ejemplar, al dotarlas de
cierta sensualidad y realismo.
Si bien la técnica del clarooscuro es anterior al arte
de Caravaggio, éste lo definió aun más
oscureciendo las sombras e iluminando el objeto como si fuera un eje de
atención. La oscuridad como factor estético, las antítesis conceptuales, la
plena conciencia de la fugacidad temporal y la precariedad a la que humanamente
estamos expuestos, la “presencia” del vulgo y el alejamiento de toda
estilización preciosista definen el arte del Barroco, que se ve enaltecido en
las pinturas de Caravaggio.
La exposición, que consta de
veintidós obras, incluye unas pocas
pinturas de Caravaggio y algunas de sus seguidores italianos: Orazio
Gentileschi y su hija Artemisia, y de los extranjeros: Simón Vouet y José
Ribera, entre otros. Fue concebida por Rosella Vodret y curada por Giogio
Leone.
Cabe destacar también la colorida
renovación del museo y la reordenación de las obras que conforman su
patrimonio.
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