jueves, 4 de junio de 2015

FOTOGRAFÍA: Annemarie Heinrich

El paso de la cámara analógica a la cámara digital constituyó, por una parte, un cambio  logicamente  operable  dentro del proceso de desarrollo de la tecnología. Por otra,  significó una  mutación de lenguaje, que obra a nivel técnico pero también a nivel social. En la actualidad, con la digitalización, la fotografía se  ha divulgado y, por parte de los consumidores, ha entrado también en el terreno de lo efímero. Puede considerarse como un síntoma más de la  aceleración de los tiempos. Pero, de hecho modifica las condiciones perceptivas y también la calidad con que se interpreta el mensaje. La foto, como cualquier otro producto de los sistemas de signos, no deja de estar expuesta al vaciamiento de significados.
Dentro de este marco, la fotografía artística y la recuperación de archivos de artistas de la imagen tienen  el valor de  rescatar la importancia de la percepción visual y, sobre todo, los modos de construcción de sentido a través de un trabajo  creador que va mucho más allá de la captación de lo visible.
Dos muestras que he podido  apreciar con  escasos días de diferencia resultaron ilustrativas al respecto. Las dos exponían fotos de Annemarie Heinrich: Estrategias de la mirada, en el Muntref  e Intenciones secretas, en el Malba.
Nacida en 1912 en Alemania, Annemarie se traslada a la Argentina en 1924 donde desarrolla casi toda su actividad. Las obras expuestas abarcan el período: 1930-60.

Serie Reflejos, 1932.
En el primer caso (Muntref) se trata de un conjunto de fotos que, como bien señala Diana Weschler, curadora de la muestra,  son  la clave de “un tipo de indagación sobre la construcción de las imágenes y con ellas sobre las formas  de revisar las normas que ordenan la percepción, ponerlas al límite y trabajar desde allí sobre la posibilidad de modificar el régimen de la mirada y con él introducir la invitación a avanzar sobre otro régimen del pensar.”

En el segundo caso (Malba)  los curadores Victoria Giraudo y Agustín Pérez Rubio han puesto el énfasis en el mensaje que trasciende. A partir  de retratos de figuras femeninas y también, a partir  del  tratamiento sensual y audaz de los cuerpos , Heinrich habría construido un abordaje “proto-feminista”. Imágenes que trasuntan potencia e imágenes que resaltan la belleza de mujeres en el mundo del cine y el teatro. La “intención secreta” sería el aporte a  una lucha que  requería de una fuerza innovadora y a la que  le venía  de perillas una disciplina artística  dispuesta a derribar rígidas estructuras.
Amelia Bence, 1943.


Durante todo el siglo XX la fotografía permitió a las mujeres expresarse con libertad y visión crítica. La italiana  Tina Modotti empleó su cámara con función de denuncia mostrando el México posterior a la revolución de 1910. La corresponsal gráfica alemana Gerda Taro, brindó testimonios   perturbadores de la guerra civil española, y falleció en 1937 mientras efectuaba el  relevamiento fotográfico de la contienda.   La  estadounidense Diana Arbus, recorrió  hacia los años 60 los barrios más peligrosos de Nueva York con el fin de capturar instantes y personajes   que encarnan la marginalidad o la extravagancia. Son tres de los tantos ejemplos  de participación activa de la mujer a través de la fotografía .

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Autorretrato con hijos, 1947.

Volviendo a Annemarie y a las muestras mencionadas puede advertirse el valor que un buen ojo tiene para atrapar sensiblemente lo que está a la vista y también aquello que escapa a la mirada  distraída. Pero también, la importancia que asume el trabajo de composición y revelado al otorgar plasticidad al momento, aparentemente rígido que encuadra cada toma. La realidad observada con agudeza diseña sobre el negativo, que es la inversión de toda medida visual, otra dimensión: la que el arte imprime sobre la   aspereza de lo objetivo y sobre cualquier posibilidad de simulacro con que se represente lo real.