domingo, 31 de marzo de 2013

PROA: Instalaciones de Harum Farocki

Immersion, 2009.

Para todos los que encontramos en el arte, además de un medio de expresión, un  recurso de descentramiento, una forma de inquietarnos intelectualmente y de encontrar en las imágenes no una respuesta sino un interrogante, las visitas a Proa resultan siempre fructíferas.
En estos días visité la muestra de instalaciones de Harum Farocki y también la de otros artistas –Rudnitzki, Sardón y Yeregui- que responden a lo dicho anteriormente.
Respecto de Farocki creo que la palabra que mejor sintetiza su propuesta es investigación. No encontré en sus instalaciones un afán de cuestionamiento –característica a la que apuntaba el arte al que tendíamos los que fuimos formados alrededor de los años 70- sino un fino análisis de los modos en que la mirada puede ser capturada. Su trabajo es más que nada registro. Registro de cómo la producción de imágenes responde a ciertos factores relacionados con el poder. Farocki nos enfrenta a pantallas que bifurcan contenidos y que resultan complementarias y de esa forma hace visible lo que no está expuesto.
Una de las instalaciones que más me atrajo fue Paralell (2012) donde  pone, justamente en paralelo, la historia de la animación por computadora  con las imágenes de la historia del arte. La simulación perfecta que se logra a través del trabajo digital y las animaciones parece apuntar a una hiperrealidad que supera a la realidad misma. Sin embargo esa mímesis tecnológica no implica perfección.  Por el contrario: “…la imagen virtual se convierte en la medida de una realidad siempre imperfecta.”
Sus trabajos muestran la forma en que toda visión está contaminada por una cierta manera de mirar, un enfoque, una especie de entrenamiento  perceptivo, y trata de despertar en los espectadores cierta movilidad respecto de  estos diferentes modos de condicionamiento.
Los otros expositores coinciden con Farocki en el empleo de la tecnología y los conocimientos de la Física en la producción artística. En algún caso de modo más logrado que en otro, pero en todos con el poder de sugerencia, que por lo menos en mi caso,   despiertan los fenómenos a que apuntan las diferentes ramas de la ciencia.
La compleja forma de instalación que representan muchas piezas del arte actual, implica, además de un trabajo de búsqueda muy interesante, un poderoso estímulo para movilizar   nuestra capacidad de percibir y, por sobre todo, una manera de acercamiento a los cambios con que la historia  (y la vida que de ella brota) va mostrando las tan diversas facetas que la conforman.