domingo, 20 de marzo de 2011

Japón: una herida que nos mantiene en vilo.

Las noticias que nos llegan a través de los distintos medios sobre el terremoto y el tsunami son desgarradoras.A la catástrofe inicial se suman las sucesivas réplicas y las amenazas que se ciernen sobre otras zonas del planeta. La tragedia que está viviendo el pueblo japonés no puede dejar de conmovernos e instarnos a reflexionar.
La circunstancia actual reinstala en el recuerdo las penurias de largo y funesto alcance sufridas por ese pueblo después del estallido de las bombas atómicas, en 1945. Y es que, a las consecuencias de los fenómenos sísmicos, se agrega la amenaza de contaminación nuclear. En una nota del diario La Nación (18-3-2011), firmada por Yuri Kageyama, se expone lo siguiente: "Preocupado por la perspectiva de que la floreciente economía de Japón se volviese dependiente del petróleo, el gobierno volcó todo su apoyo a la energía nuclear, hace décadas, y a partir de entonces el perfil y el poder de presión de ese sector aumentó exponencialmente. Japón cuenta con 54 plantas nucleares, que proveen el 30% de su electricidad."
No entiendo nada o casi nada de bioética, pero creo que el tema involucra el futuro de la humanidad, de una humanidad que cada día se torna menos humana y desafía constantemente las leyes de la naturaleza, hecho que, a la larga o a la corta, nos transforma en víctimas de nuestra propia soberbia.

martes, 8 de marzo de 2011

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer

La lucha en pos de los derechos femeninos viene de larga data. Pero, a fines del siglo XIX, con la revolución industrial, se tornó intensa  e incluyó dos facetas: por un lado, la defensa de los derechos de las trabajadoras y, por el otro, el reconocimiento de sus derechos cívicos: no discriminación, igualdad de oportunidades, acceso a la formación profesional y a cargos públicos, respeto por la identidad y las características inherentes a cada persona en oposición al estigma de modelos preestablecidos, sufragio.
Haciendo historia:
En 1908 hubo una huelga de más de trece semanas durante la cual las mujeres marcharon pidiendo mejoras laborales al grito: ¡Pan y rosas!
El 27 de agosto de 1910,  en  la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague (Dinamarca), la alemana Clara Zekkin pidió la proclamación de Día de la Mujer Trabajadora a celebrarse el 19 de marzo.  Por  esos años ocurrieron varios episodios luctuosos, como el incendio de la fábrica Triangle, donde murieron cerca de 140 operarias, muchas de ellas inmigrantes. Las manifestaciones fueron multitudinarias y a la larga repercutieron favorablemente en la legislación laboral.
La fecha fue reconocida oficialmente por la ONU en 1977.
Hoy, aunque ha habido cambios sustanciales respecto a  la consideración y el valor de la mujer, muchos de esos cambios se ven empañados por ciertas artimañas sociales que encubren  el maltrato y la  subestima bajo diferentes y cambiantes ropajes. Todavía queda mucho por pensar y hacer. Y a todos, sin distinción de sexos, nos compete la lucha por una sociedad equitativa y libre.