martes, 26 de abril de 2011

26 de abril - El Guernica de Pablo Picasso

El 26 de abril de 1937, aviones alemanes de la Legión Cóndor, al servicio de los insurgentes franquistas bombardearon la población vasca de Guernica.
Pablo Picasso plasmó los efectos del terrible suceso en un cuadro titulado con el nombre del mencionado pueblo.
Durante la ocupación nazi de París (1940), oficiales del régimen le preguntaron a Picasso si era el autor del Guernica y él les respondió:
- No, los autores son ustedes.
¿Qué nos muestra el cuadro? Entre otras cosas: la fragmentación reunida “globalmente” en una tela. En ella impera el caos, los cuerpos divididos, las expresiones de horror confundiéndose en el fondo oscuro, las manos crispadas, los brazos desprovistos de la fuerza del trabajo y la solidaridad. Hombres y animales en una mezcla infame y degradante. Datos que no son solo aportados por las imágenes sino también por la técnica y el modo de componer del artista: arbitrariedad, superposición, deformación, clarooscuro, distanciamiento. En el Guernica encontramos los ecos de otros artistas que hacia el fin del siglo XIX y principios del XX, expresaron, anticipándose a los sucesos con que hoy nos asedia la realidad, esa angustia que se apodera del espíritu cuando el exterior quiebra los muros defensivos de la subjetividad para transformar los sueños humanos en pesadillas. Las ondas expansivas que se desprenden de El grito de Munch llegan a esta versión corregida y aumentada de la sinrazón que Picasso manifiesta en su Guernica. En él está también la transformación kafkiana del sujeto, su lógica del absurdo, su decodificación de la impiedad. Todo el expresionismo con sus fuertes contrastes de negros y de blancos, su monopolio de la impotencia y el miedo, su tendencia a la animalización. La voz de su coro trágico también  está presente en el cuadro.


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